Este año, por primera vez, el premio Entrefotos no se entregará a una persona sino a una escuela, y no es de extrañar, porque se trata de la decana de la formación audiovisual tanto en Madrid como en Barcelona y de ella han salido fotógrafos de la talla de Chema Madoz, Mario Sierra o Pepe Frisuelos. 

 

Es cierto que a menudo, en el mundo de las artes, los nombres propios de aquellos que han llegado a triunfar, eclipsan al centro de enseñanza en el que recibieron los principios fundamentales para llegar tan lejos y, sin embargo, la formación es la base imprescindible para acortar el camino y llevar a buen término el talento y la ambición. 

 

Pero para enseñar fotografía hace falta mucho más que ser fotógrafo, hay que amar el lenguaje y la luz, hay que comprender todos los mecanismos que la hacen posible y, sobre todo, hay que saber transmitir todos esos conocimientos con elocuencia y pasión como ha hecho CEV a lo largo de sus cuarenta años de historia. Porque fotografiar no es sólo disparar miles de imágenes, hay que tener alma de narrador y saber elegir el encuadre preciso, eliminando lo superfluo, para poder “hablar de manera más intrincada y profunda que a través de las palabras” (Richard Avedon).

 

Por lo tanto, la terea de una escuela de fotografía como CEV es llevar a sus alumnos de moda y publicidad, fotoperiodismo, fotografía profesional, iluminación o retoque digital, a través de una evaluación continua que les presente nuevos retos, en contextos  reales y profesionales, y que los ayude a enfrentarse al mundo que encontrará al salir de las aulas con algo más que títulos académicos reconocidos a nivel internacional. Para lograrlo, desde sus orígenes, la escuela ha organizado exposiciones tanto en sus instalaciones como fuera de ellas de manera que los nuevos autores pudiesen pulsar las reacciones del público a sus trabajos, poniendo así a prueba, en condiciones reales, su formación y su autoestima. 

 

Sin embargo el vínculo con CEV no termina necesariamente cuando finalizan los estudios, sino que a menudo se mantiene en el tiempo, sirviendo de apoyo a nuevos proyectos y creando, de esa manera, una comunidad que se enriquece constantemente. No es extraño, por lo tanto, en ese contexto, que antiguos alumnos regresen a sus aulas para impartir conferencias, cursos o, incluso, para formar parte, durante algún tiempo, del cuadro de profesores que ilusionará y enseñará a nuevas generaciones.

 

La fotografía es, sin lugar a dudas, un lenguaje único, rico y estimulante que ha crecido hasta convertirse en una de las nobles ramas del arte universal y el fotógrafo es el cazador de instantes, el traductor simultáneo capaz de hurgar en la escena “saquearla y preservarla, denunciarla y consagrarla a la vez”, como dijo magistralmente Susan Sontag. Pero son escuelas como CEV, con su trayectoria y su estimulante e inquebrantable vocación docente, con el entusiasmo incondicional de sus maestros y con su capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías,  las que nutren el emocionante panorama de la fotografía española contemporánea. 

 

Texto: Paloma Ulloa

 

 

Presentación y entrega de Premio entreFotos 2015 a cargo de José Díaz Maroto. Sábado 28 de noviembre a las 12h.